La vermiculita se somete a un proceso de
exfoliación que y consiste en pasarla cruda a través de un horno a una
temperatura de entre 700 y 800 ºC durante 1 minuto, produciendo una
expansión de los filamentos con forma vermicular (de ahí su nombre) en
una sola dirección y en ángulo recto respecto a la línea de la
hendidura, el aspecto final es similar al fuelle de una acordeón.
Mediante éste proceso, su tamaño puede llegar a aumentar de 15 a 20
veces su volumen inicial, bajando su densidad aparente en algunos casos
hasta los 60 kg metro cúbico.
La vermiculita es químicamente un inerte, no es soluble en agua, ni en
disolventes orgánicos, no es higroscópica, es imputrescible, no presenta
toxicidad, no se contrae ni se hincha, es insensible a los agentes
atmosféricos y al paso del tiempo.
Al igual que la perlita con su ph, entorno a 7, no altera las propiedades químicas del mortero.
Su punto de reblandecimiento se encuentra sobre los 1.250 ºC y el de fusión por encima de los 1.370 ºC.
Por su baja conductividad térmica entorno a los 50 miliwatios, y su
altísima resistencia al fuego, es capaz de mantener su capacidad aislante entre los 200 y 1.200 ºC.
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